jueves, 12 de marzo de 2015

¿Museo Goya – Colección Ibercaja?

Foto. Internet
Hace ya muchos años que escuché con entusiasmo la posibilidad real de que por fin tuviéramos en Zaragoza un Espacio Goya que aglutinara todas las colecciones de Francisco de Goya en nuestra ciudad; las del Museo de Bellas Artes (19 cuadros), la Real Sociedad Económica de Amigos del País (6 cuadros) e Ibercaja (9 cuadros). Además, habría que señalar todos aquellos pertenecientes a colecciones privadas y con los que, de acuerdo con la prensa, ya se habían iniciado conversaciones entonces. Recordemos que en colecciones privadas aragonesas existen aproximadamente, al menos, y de acuerdo con la Fundación Goya y la exposición “Goya y Zaragoza. Sus raíces aragonesas”, más de seis obras…Además de toda la obra gráfica de Goya ubicada en el, hasta hace poco, conocido como Museo Camón Aznar (244 grabados). Esto sí que sería un auténtico Museo Goya; un espacio con más de cuarenta cuadros del genial aragonés, sus grabados, y un lugar donde interpretar las pinturas murales de Muel, El Pilar o la Cartuja de Aula Dei que, evidentemente, no se pueden extraer pero sí interpretar.

Lo que algunos bautizaron el pasado 26 de febrero como “Museo Goya”, no puede considerarse así si tenemos en cuenta la clasificación museística del Ministerio de Cultura, atendiendo a esto el Museo al que hacemos referencia no es sino un museo de bellas artes, con obras de autores desde el siglo XV al XX. Se trata de un nuevo ejemplo de publicidad engañosa utlizando un nombre, el de Goya, para movilizar al público y mancillar, de paso, la memoria de Don José Camón Aznar, auténtico mecenas del museo, habiendo donado al pueblo de Aragón más de 953 piezas.

Aclarado pues que no se trata de un “Museo Goya”, pasaremos a un segundo apartado también importante; ¿Se puede considerar como colecciones de IberCaja lo expuesto en el museo? Si nos ceñimos a los números la respuesta es evidentemente clara; No. Por un lado, el legado de Don José Camón Aznar, con más de 900 piezas como señalaba anteriormente, no es propiedad de Ibercaja sino del Museo e Instituto de Humanidades José Camón Aznar, institución con personalidad jurídica propia y regido por un patronato. En el patronato, evidentemente, también la Caja tiene representación, pero también la Universidad y, lo que es más importante, familiares y personas designadas por la familia Camón Aznar. Resumiendo, y para no extenderme en este punto, Colección Ibercaja, en el Museo, son tan solo nueve goyas y dos docenas de obras, nada más.

Hay más cosas que me preocupan y que considero dignas de ser destacadas. En un artículo publicado hace algunos días en El Periódico de Aragón, bajo el título; “¿Había en Zaragoza un Museo Goya?”, Hipólito Gómez de las Roces, persona muy vinculada al matrimonio Camón y habiendo sido incluso él quien redactara las Actas Fundacionales, advierte lealmente sobre que pudiera darse el caso de que, debido al incumplimiento de las cláusulas contractuales por parte de Ibercaja, el legado Camón pudiera ser retirado del Museo por vía judicial, o extrajudicial, por los herederos....Y herederos directos existen, aunque no vivan en Zaragoza.

El Museo, que actualmente y según Ibercaja tiene más de 500 obras expuestas, podría quedarse exclusivamente con aquellas que realmente son propiedad de la Caja y con aquellas de la Real Sociedad Económica Aragonesa de amigos del País, estas últimas solo hasta que la Real Sociedad quisiera, evidentemente. Digamos, para entendernos, que sería un Museo con apenas cuatro o cinco docenas de piezas y no las quinientas actuales de las que presumen, se perdería pues todo sentido a la colección, claro está. Además, se irían también de Aragón las cuatro series de grabados de Goya; son primeras y segundas tiradas, recordemos que en una subasta en Londres se subastó una primera tirada de la Tauromaquía, igual que la del Museo, por medio millón de euros. Debemos tener en cuenta también que, de acuerdo con las nuevas atribuciones datadas en 2008, en el Museo existen piezas, dentro de la donación de Camón Aznar, de autores como: Jacopo Bassano, Juan de Juni, Andrea del Sarto, Antoon Claeissens, Pedro de Campaña, Pietro da Cortona, Juan de Sariñena, Isidro de Villoldo, Pompeo Leoni, Antonio del Castillo, José Ribera, Herrera el Viejo, Francisco Pacheco, Diego Velázquez (atrib.), Juan Valdés Leal, Juan de Angés, Juan Carreño de Miranda, Gregorio Fernández, Pedro de Orrente, Francisco de Zurbarán, Aelbert Cuyp, Anton Van Dyck, Salvator Rosa, Erasmus Quellinus II, Luis Meléndez (Bodegón), Vicente López, José Camarón, Giovanni Antonio Guardi, Nicola Maria Recco, Miguel Parra, Corrado Giaquinto, Francisco Bayeu, Ramón Bayeu, Mariano Salvador Maella, Eugenio Lucas Velázquez, Eduardo Rosales, Cecilio Pla, Berthe Morisot, Louisse de Goussain Gauvin, Eugene Carriere, Auguste Renoir (Atrib), Honore Daumier, Jean Baptiste Corot, Camille Pissarro, Paul Falconer Poole, Joaquín Sorolla, Federico de Madrazo, Antonio Pérez Rubio, Francisco Pradilla Ortiz, Darío de Regoyos, Giorgio Busato, Jaume Morera i Galícia, Leonardo Alenza, Eugenio Lucas Villaamil, Muñoz Degrain, Ramón Casas, Isidro Nonell, Salvador Dalí, Juan de Echevarría, Honorio García Condoy, Ángel Lizcano Monedero, Emilio Sala y Francés, Carlos Haes, Mariano Fortuny y Marsal, Valentín Zubiaurre, José Pinazo Martínez, Pablo Gargallo, Benjamín Palencia, Francisco San José, Francisco Arias, Menchu Gal, José Gutiérrez Solana, Nicanor Piñole, José Caballero, Vicente Albiac, Manuel Viola, Manuel Lahoz, Pablo Serrano Aguilar, Juan Barjola, Genaro Lahuerta, Álvaro Delgado, Cristobal Toral, Oswaldo Guayasamín, Godofredo Ortega Muñoz, etc…, piezas que en el caso de irse supondría el perder un legado de muchos, y digo muchos, millones de euros donados en su día por la familia Camón Aznar – Álvarez Pinillos.

La torpeza de la Caja, el silencio de la prensa y el de los políticos de nuestra ciudad, pueden acabar con un regalo, un presente que en su día nos cedió el siempre generoso Don José Camón Aznar. Seguro que desde el cielo, Don José (Camón Aznar) y Don Francisco (Goya) siguen observando el quehacer de una ciudad que no ha sido capaz de cambiar en 200 años, una ciudad a la que Goya, con sus vaivenes y polémicas con el Cabildo y mandamases zaragozanos, recordará desde donde esté. Seguro que aún hoy, a Don Francisco, en animada charla celestial con el Señor Camón, aún le quema la sangre cuando le nombran a Zaragoza tal y como antaño transcribió a su buen amigo Zapater: ”Es recordar a Zaragoza y quemarme vivo…”