Foto. Internet |
Cual emperador otomano en la época de Constantinopla
dirige a sus tropas atléticas ese genio turco llamado Arda Turan. Ni los numerosos
reveses que puedan presentarse en el campo de batalla son capaces de devorar la
ambición tiránica de un jugador total enemigo del hastío.
Arda es de esos jugadores solidarios que con su fútbol
fomentan el desarrollo del talento. Es talentoso sí, pero tecnicamente fabuloso
y con una enorme capacidad de superación que perfeccionan sus virtudes naturales.
Turan no es delantero ni tampoco un futbolista para el centro, pero es un
jugador que posee la explotación exclusiva de la zona de tres cuartos.
El turco, al igual que sucedió en tiempos con Napoleón
Bonaparte, se hace gigante en la estrategia convirtiéndose en pieza fundamental
del engranaje de todas aquellas jugadas ensayadas. Fundamentales estas en un
deporte cuyos detalles son determinantes.
Turan siempre destacó por su carácter, su entrega y
su generosidad en el esfuerzo, virtudes destacables y destacadas que se suman a
su solidaridad táctica y a su juego extraordinario. Es un jugador diferente que sus diferencias muestra cuando pega el balón a sus pies. De toque rápido, y
regates en poco espacio, es imprevisible pero a la vez temblado, eléctrico pero
calmado, observador de rivales y lector de encuentros, humano y mago, obrero y capataz...Arda Turan.
"El deporte consigue que, después del esfuerzo físico, el cuerpo y el alma queden en paz", Manuel Gómez- Brutal Flores.
QUIQUE RIVEROLA
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