jueves, 20 de marzo de 2014

Xavi Aguado, el último romántico

Foto. Eduard Omedes
El fútbol siempre fue puro romanticismo aunque los peloteros cada vez lo sean menos. El amor por las elásticas es más comercial que sentimental, ya nada parece real cuando el balón echa a rodar. El amor solidario observa desde la grada como galopa por el prado el egoísmo más apasionado. Muchos son los que viven de un deporte por el que algunos mueren en vida. Los que cobran no sienten y los que pagan padecen mientras se les deshidrata el alma. Mirar atrás nos otorga una amplia perspectiva que nos permite observar ojipláticos un pasado de verdad en el que las personas eran honorables y los electrodomésticos para siempre. Nostalgia de corazones nobles…así es la vida.

Al pensar en el presente y el pasado del balompié veo demasiados sentimientos desparramados por el largo camino que nos separa del ayer. Pelotas de trapo y corazones con sangre han dado paso a renovados esféricos pero corazones de paño. A lo largo de esa larga travesía por el bulevar de los recuerdos uno confirma que los sentimientos del ayer nada tenían que ver con los intereses del hoy. Recuerdos que incluso puedo llegar a sentir cuando al mirar atrás visualizo a ese espigado futbolista que, comprometido como ninguno, llegó a Zaragoza, procedente de Badalona, con un viejo petate militar cargado de humildad, raza, nobleza y sentimiento.  

El 15 de mayo de 1990 apareció por la estación del Portillo un catalán que pasaría a la historia del Real Zaragoza, un joven apocado que por aquel entonces no podía imaginar que esa ciudad desconocida que entonces pisaba acabaría siendo la suya. Desconocido era también para él Enrique Orizaola, por aquel entonces Secretario Técnico del Real Zaragoza y quien acabaría siendo indispensable para el futbolista, fue precisamente él quien contrato al jugador tras visualizar un vídeo que llegó hasta sus manos. Y si fue un Iniesta quien escribió la página más brillante del fútbol español, otro Iniesta más mayor fue quien marcó también la vida deportiva de este pelotero permitiendo que el espigado catalán pudiera compaginar la mili con el fútbol, el Teniente Iniesta.

Con el paso del tiempo ese joven espigado se convirtió en un grande, su fútbol y su persona fueron sus valores más rentables. Él es uno de esos últimos románticos que amaban la elástica que vestían sin dejarse deslumbrar por los brillos de la peseta. Identificado con un pueblo que sentía lo que él defendía y siempre leal al Real Zaragoza. Por aquel entonces, y aunque parezca mentira, hubo un tiempo en el que muchos futbolistas sentían los escudos que reposaban sobre sus corazones. Ahora, por desgracia,  aquel que se agarra a un escudo es mirado con lupa llenando de estupor a la mayoría.

Ese futbolista que recuerdo logró éxitos, títulos, respeto y cariño sin moverse de Zaragoza. Llegó a disputar 473 partidos junto al león rampante y marcó 29 goles tras 13 temporadas vistiendo pantalón azul y camisola blanca. En sus vitrinas descansan dos Copas del Rey y una Recopa de Europa, pero sobre todo, y ante todo, se ganó el respeto y el afecto de todos.



Él es uno de esos protagonistas de esa parte romántica que tiene el fútbol, de esa parte con nobleza que se siente y que se expresa. Él es de esas pocas excepciones de esta religión del balón en la que conviven dioses, semidioses, profetas, unos cuantos sinvergüenzas y unas pocas personas. Él es persona, él será por siempre el gran capitán, él es Xavi Aguado; el último romántico.

                                                   QUIQUE RIVEROLA

"Si deseas ver la grandeza real de un hombre, observa la forma en que trata a sus inferiores, no a sus iguales", J.K.Rowling 

2 comentarios:

  1. Pero no has contado todo. Cuenta una de las mayores injusticias del fútbol de los noventa. Cuenta como un tal Clemente le ignoró completamente. Cuenta como uno de los mejores centrales españoles no fue NUNCA llamado para la selección. Cuenta como los árbitros lo inflaban a tarjetas. Como tenía fama de asesino, a pesar de que EN LA VIDA LESIONÓ A NADIE...y nunca tuvo una mala palabra con nadie... Eso engrandece más su figura

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    1. Desde luego que el no haber llamado al Gran Capitán para la selección es una de las mayores injusticias vividas en la historia del zaragocismo

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