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La temporada
35/36 siempre quedará grabada en la memoria selectiva de todos cuantos la
vivieron. Esa fue la campaña en la que un equipo conocido como el de los
Alifantes, por la enorme corpulencia de quienes lo formaron, logró el deseado
ascenso a la Primera División del fútbol español. La clave del éxito de la
plantilla de los Alifantes fue la continuidad, y es que de la pasada temporada
habían permanecido en el equipo la mayoría de los jugadores uniéndose Olivares
al resto del grupo. El Zaragoza de entonces se clasificó con el Celta para la
fase final, ambos lograron alcanzar el cielo con el soñado y deseado ascenso...
ascenso que se celebró pero que no pudo saborearse debido al estallido de una
Guerra Civil que frustró los deseos de jugar en la máxima categoría del fútbol
español. El once inicial, que pasará a la historia por alcanzar el
primer ascenso del Zaragoza a la Primera Dvisión, fue el formado por: Lerín
(portero), Gómez, Alonso, Pelayo, Municha, Ortuzar, Ruíz, Amestoy, Olivares,
Arnanz, Primitivo, Bilbao, Uriarte (defensa reserva) e Inchausti (portero
suplente).
El Zaragoza
del 36 puso toda la ilusión y todo el trabajo posible para debutar con buen pie
en la Primera División, entre otras cosas se fichó a un gran entrenador con
prestigio como Ramón Encinas, pero de nada sirvió el trabajo realizado ante el triste
estallido de la guerra. El equipo se desmanteló, pero el ánimo y el empeño de
personalidades como el Doctor Julio Ariño fueron reconstruyendo el conjunto.
Tres años
después de lograr el ascenso, en la temporada 39/40, se reanudó el campeonato y
el Zaragoza de entonces logró terminar
en una más que honrosa séptima posición tras acabar invicto en su campo de
Torrero. Un año después, la lesión del portero Valero se dejó notar en un
equipo que terminó penúltimo perdiendo frente al Castellón por tres goles a dos
en el partido de la promoción.
Los
fantasmas de la segunda división regresaron a Zaragoza. Al comienzo de la
temporada 41/42 el alcalde de la ciudad, Francisco Caballero, fue nombrado
presidente y Quincoces sustituyó a Gamborenea en el banquillo tras un paso
efímero de este último. Con Quincoces el equipo se mostró intratable y logró
nuevamente el ascenso un año después de perder la categoría. En la fase de
ascenso el Zaragoza ganó 6 partidos, empató uno y perdió tres. No obstante poco
duró la alegría en casa del pobre, en la temporada siguiente el Zaragoza fue
reptando cual serpiente por el desierto por la primera división, una mala
campaña, de los veintiséis partidos disputados el equipo tan sólo fue capaz
de ganar dos, devolvió al equipo a la división de plata. Mariano Lasala se hizo
cargo de la presidencia y Caicedo del equipo. Aquella temporada los aragoneses
quedaron sextos, al igual que un año más tarde. En 1946, el equipo fue décimo,
una posición que sin dejar de ser mala no hacía presagiar los momentos
complicados que se avecinaban...
QUIQUE RIVEROLA
"La historia es el mejor maestro con los discípulos distraídos", Gandhi, Indira.
QUIQUE RIVEROLA
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