jueves, 26 de diciembre de 2013

El estallido de la Guerra Civil impidió a Los Alifantes disfrutar de su ascenso

Foto. Internet
La temporada 35/36 siempre quedará grabada en la memoria selectiva de todos cuantos la vivieron. Esa fue la campaña en la que un equipo conocido como el de los Alifantes, por la enorme corpulencia de quienes lo formaron, logró el deseado ascenso a la Primera División del fútbol español. La clave del éxito de la plantilla de los Alifantes fue la continuidad, y es que de la pasada temporada habían permanecido en el equipo la mayoría de los jugadores uniéndose Olivares al resto del grupo. El Zaragoza de entonces se clasificó con el Celta para la fase final, ambos lograron alcanzar el cielo con el soñado y deseado ascenso... ascenso que se celebró pero que no pudo saborearse debido al estallido de una Guerra Civil que frustró los deseos de jugar en la máxima categoría del fútbol español. El once inicial, que pasará a la historia por alcanzar el primer ascenso del Zaragoza a la Primera Dvisión, fue el formado por: Lerín (portero), Gómez, Alonso, Pelayo, Municha, Ortuzar, Ruíz, Amestoy, Olivares, Arnanz, Primitivo, Bilbao, Uriarte (defensa reserva) e Inchausti (portero suplente).

El Zaragoza del 36 puso toda la ilusión y todo el trabajo posible para debutar con buen pie en la Primera División, entre otras cosas se fichó a un gran entrenador con prestigio como Ramón Encinas, pero de nada sirvió el trabajo realizado ante el triste estallido de la guerra. El equipo se desmanteló, pero el ánimo y el empeño de personalidades como el Doctor Julio Ariño fueron reconstruyendo el conjunto.

Tres años después de lograr el ascenso, en la temporada 39/40, se reanudó el campeonato y el Zaragoza de entonces logró terminar en una más que honrosa séptima posición tras acabar invicto en su campo de Torrero. Un año después, la lesión del portero Valero se dejó notar en un equipo que terminó penúltimo perdiendo frente al Castellón por tres goles a dos en el partido de la promoción.

Los fantasmas de la segunda división regresaron a Zaragoza. Al comienzo de la temporada 41/42 el alcalde de la ciudad, Francisco Caballero, fue nombrado presidente y Quincoces sustituyó a Gamborenea en el banquillo tras un paso efímero de este último. Con Quincoces el equipo se mostró intratable y logró nuevamente el ascenso un año después de perder la categoría. En la fase de ascenso el Zaragoza ganó 6 partidos, empató uno y perdió tres. No obstante poco duró la alegría en casa del pobre, en la temporada siguiente el Zaragoza fue reptando cual serpiente por el desierto por la primera división, una mala campaña, de los veintiséis partidos disputados el equipo tan sólo fue capaz de ganar dos, devolvió al equipo a la división de plata. Mariano Lasala se hizo cargo de la presidencia y Caicedo del equipo. Aquella temporada los aragoneses quedaron sextos, al igual que un año más tarde. En 1946, el equipo fue décimo, una posición que sin dejar de ser mala no hacía presagiar los momentos complicados que se avecinaban...

                                                 QUIQUE RIVEROLA

"La historia es el mejor maestro con los discípulos distraídos", Gandhi, Indira. 

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