Foto. Oliver Duch |
Desde que el pasado verano Pitarch se incorporase al Real Zaragoza la
relación con Agapito Iglesias ha sido un constante tiovivo de sensaciones y emociones.
La satisfacción inicial por ambas partes dio paso a una etapa de desconfianza
al pensar el máximo accionista que las formas de actuar del Director General no
eran las más adecuadas. Tras esta fase la relación entró en un periodo en el
que Agapito Iglesias llegó a elogiar a Pitarch por la plantilla formada, pero poco
duró la calma y volvió la tormenta. El reciente viaje del Director General a
Sudamérica acabó con la paciencia de Agapito, quien se mostró decepcionado más que la marcha por el momento de la misma. El máximo
accionista se disgustó con García Pitarch ya que consideró que,
teniendo en cuenta la situación deportiva por la que estaba pasando el
equipo en aquellos días y la reacción de un público desencantado y cada
vez más distanciado, el Director General debería haberse quedado en Zaragoza
para dar la cara y responder ante los medios de comunicación. Es por esto por
lo que, de forma sorprendente y ocasional, Paco Herrera compareció ante la
prensa el pasado martes 26 de noviembre, fue el propio Agapito quien le pidió
que al técnico que se presentará ante todos para calmar los ánimos e insuflar
confianza a la afición.
Actualmente Pitarch y Jordi Bruixola llevan el paso cambiado con respecto
a Agapito Iglesias, tanto es así que incluso el máximo accionista evita coincidir
con ellos o marchar del lugar en el que se encuentren si se da la ocasión y la
huida puede llevarse a efecto. La mala relación del pasado más reciente ha dado
paso a la indiferencia y la ausencia de comunicación entre ambos. El vínculo entre
Agapito Iglesias y García Pitarch no solo es inexistente sino que incluso
cuando uno entra el otro sale siempre y cuando no existan obligaciones evidentes que impongan reuniones, conversaciones...o gestos de cara a la galería. Así están las cosas hoy, mañana, no lo sé…está
muy lejos.
QUIQUE RIVEROLA
QUIQUE RIVEROLA
"Las amistades deben ser inmortales, las enemistades, mortales". Tito Livio
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